¿De dónde surgió la necesidad de controlar el tiempo? ¿Por qué seguimos siempre el reloj para controlar nuestras actividades cotidianas? La Cronología el estudio del tiempo es una de las invenciones fundamentales de la especie humana.

tiempo

Es con base en este conjunto de conocimientos que la civilización logra, hasta los días de hoy, controlar y organizar su vida y sus actividades.

Para comprender esta costumbre tan cotidiana es preciso retroceder a la aurora de la humanidad.

Para los cazadores del Período Paleolítico, la posición de los astros y sus periodicidades eran usadas para saber cuándo la luna cambiaría, en qué períodos las diversas estaciones de la naturaleza ocurrían y cuál era su influencia en el comportamiento y migración de los animales para que la caza y la pesca pudieran tener éxito.

Como vivían en bandas, una cacería fracasada podría comprometer su alimentación y, consecuentemente, su especie.

En el Período Neolítico, arar la tierra, sembrarla y el período de cosecha necesitaban medidas de tiempo precisas para que los períodos más favorables fueran observados para que cada fase de la agricultura se completara con éxito garantizando así la continuación de la especie en un dato local.

Estas medidas de tiempo tenían como base fenómenos naturales repetitivos.

Ahora, antiguamente, antes de la invención de la escritura, la humanidad no poseía conocimientos acerca de la construcción de artefactos que les ayudara en la medición del intervalo de tiempo.

De esta forma, recurrir a los fenómenos naturales que fueran periódicos se convertía en la herramienta más favorable en aquel momento donde emergía la aurora de nuestra civilización.

Los fenómenos periódicos más utilizados fueron los movimientos de los cuerpos celestes y, a partir de ahí, estos fenómenos pasaron a determinar las estaciones del año, los meses y los años.

Por ejemplo, hace unos 20.000 años, los cazadores hacían medición de tiempo contando los días entre las fases de la luna, por medio de marcaciones en gravillas y huesos.

Los descubrimientos arqueológicos indican que en todas las civilizaciones antiguas, desde los primeros homínidos, algunas personas estaban preocupadas por la medición del tiempo, ya sea por motivos religiosos, agrícolas o de estudio de los fenómenos celestes.

Los Sumarios llegaron a elaborar un calendario, que dividía el año en 12 meses de 30 días, siendo que los días se dividían en 12 períodos (que equivalían a dos horas), y dividían cada uno de estos períodos en 30 (aproximadamente 4 minutos).

Por el período ocupado por esa civilización (entre 5.300 y 2.000 años antes de Cristo), la precisión de su calendario es fantástica.

Podemos entonces sintetizar, afirmando que los fenómenos celestes son los  que determinaban el período de fertilidad de la tierra y el comportamiento de los animales, gran preocupación de todos los pueblos.