El viento es como el agua. Es importante entender como el terreno afectara al viento, como cambiara de dirección, velocidad y consistencia. El terreno es responsable de las turbulencias, es responsable de los cambios que no se ven y sacaran el tiro fuera del blanco. Cuando leemos el viento utilizamos varios sentidos, el tacto, la vista y el oído. El tacto es como incide el viento en nosotros, como lo sentimos. La vista nos permite ver cómo afecta el viento a todo lo que nos rodea y el oído nos permite escuchar esas rachas altas y lentas. Para entrenar y no depender de electrónica, tenemos que valorar todo lo que nos trasmiten nuestros sentidos y calcular una velocidad de viento, una vez creamos que la tenemos, sacaremos el anemómetro y contrastaremos si lo que hemos pensado es correcto o no. Cuando disparamos lejos, en el punto donde la bala se encuentra más alta, el viento incidirá con más velocidad en ese punto que si la bala estuviese en la línea de tiro. Por norma general, cada 3-4 metros que subimos del nivel del suelo el viento tiende a ser más rápido. Por eso, si nuestra bala en su punto más alto se encuentra a unos 4 metros por encima de nuestro nivel, tras haber obtenido una velocidad de unos 13 km/h en la línea de tiro, en su punto más alto estará incidiendo unos 8-13 km/h más de viento. El viento de cola es uno de los vientos más complicados de controlar en lo que al tiro de precisión se refiere. Es cierto que para el tiro táctico el viento de cola no es un viento preocupante por la variación en el impacto vertical. Además de pequeña, al tratarse de blancos verticales tenemos mucho más margen de impacto. La mayoría de las personas tiende a adherirse a cualquiera de las dos teorías sobre por la qué una bola será o no será afectada por el viento. La primera teoría es que la bola más pesada conservará su inercia mejor, siendo de tal modo la que menos afectada sea por el viento cruzado. A partir de aquí, una bola más pesada experimentará un menor grado de la desviación hacia el suelo. La segunda teoría es que todas las bolas, independientemente del peso, serán 'atrapadas' por el viento y se trasladarán a aproximadamente la misma velocidad lateral como la del medio que están atravesando las bolas. La mayoría de los tiradores se adaptan a éste último argumento. Esto es comprensible y hace el cálculo de la desviación del viento algo muy sencillo. Además, la mayoría de los tiradores tratan con proyectiles muy densos disparados a una velocidad muy alta. Esta última teoría es incorrecta. Los tiradores de armas de fuego y neumáticos de plomos del 4.5 pueden salirse con la suya un poquito, porque, de nuevo, estamos tratando con un proyectil muy denso a una velocidad muy alta. Para las bolas de acero y las balas reales, el proyectil alcanza el objetivo relativamente rápido. Además, la mayor densidad de ambos tipos de proyectiles dictan que la fuerza necesaria para acelerar el proyectil lateralmente debe ser significativamente mayor.