La caza al aguardo es una modalidad de caza tan antigua como la humanidad, una práctica que nuestros antepasados iniciaron para asegurarse la comida, que a la postre resultaba mucho más eficaz que la de perseguir a los animales.

Cazar esperando pacientemente a la presa era algo que requería conocimientos del terreno y de las costumbres de los animales que transitaban por la zona, así que los primeros cazadores del planeta pronto se dieron cuenta que era mucho más fácil abatir a un animal observando sus costumbres y esperándolo en su senda que ir a la aventura de encontrarse con cualquier otra especie, así que enseguida se hizo muy común la caza a la espera que entre otras cosas aseguraba un caso de éxitos mucho mayor que otras prácticas.

Hoy en día esta modalidad de caza sigue en vigor y hasta hace bien poco los cazadores estudiaban el terreno durante meses y observaban a los animales durante muchos días para comprobar sus hábitos de vida y sobre todo sus horarios.

Como práctica cinegetica puede decirse que es la de mayor duración, puesto que a la jornada de caza hay que añadir las horas que el cazador iba al monte y permanecía horas escondido entre la maleza para esperar pacientemente a la manada y anotar las horas, que si se repetían otros días, le daban la certeza de que sus horarios eran similares todos los días.

La llegada de las cámaras de aguardo

Con la ayuda de la tecnología, recientemente se crearon unas cámaras de caza dotadas de un mecanismo de disparo fotográfico que incluía un sensor de movimiento para que solo grabara vídeo o sacara fotografías en el momento justo en el que un animal pasaba por delante del área controlada por el sensor de la cámara, y de esta manera conseguir las imagenes de los animales en su habitat natural sin la necesidad de estar presente para captarlas.

La cámara de aguardo se esconde en cualquier lugar y se mimetiza entre la maleza porque su carcasa esta diseñada en camuflaje y con un acabado mate para evitar los reflejos de los rayos del sol, de manera que pasa desapercibida y puede estar días esperando pacientemente aguantando incluso la lluvia mientras capta y graba cualquier movimiento en la tarjeta de memoria.

Hoy en día no hay cazador que no use una de estas cámaras porque su utilidad queda sobradamente demostrada y pocos son ya los que deciden cazar como sus ascentros si pueden tener la comodidad que les permite la tecnología de nuestra era.