A simple vista las detonadoras no se diferencian con las de armas de fuego real, muchas son réplicas exactas. Sin embargo, las pistolas de fogueo son mucho más simples. Cuentan con un cañón fijo que imita el movimiento de la corredera al ejecutar el disparo y al expulsar la vaina percutida. Sus cartuchos carecen de proyectiles y terminan en taponcillos de plástico o con el cerrado de la misma vaina. Todas las armas que se venden en España pasan por el Banco Oficial de Pruebas de Eibar. Las detonadoras homologadas cuentan con una marca de haber superado las pruebas. En el caso de las de fogueo, los especialistas certifican que el cañón esté fabricado en hierro dulce, liso, sin estrías y en su extremo exterior tenga una pieza que, de forma diagonal o a modo de estrella, tapona parcialmente el orificio para evitar el disparo de proyectiles. Por ello, un armero destaca que al no llevar cañones de acero, el disparar balas «representa un peligro, dado que puede reventar el arma en la mano». Por su parte, los fabricantes, alemanes o italianos principalmente son los más interesados en que sus armas no puedan ser trucadas para disparar proyectiles. Así, cada día las hacen más sofisticadas y más difíciles de manipular, afirma el experto. El seguimiento de las partidas de armas detonadoras llevó a la retirada masiva por la Guardia Civil una partida de pistolas fabricadas en Turquía cuya transformación era sumamente sencilla. Lo mismo ocurre con las llamadas 'portuguesas', cuya venta no es legal en España Desde las Fuerzas de Seguridad del Estado se reclama la creación de un registro de armas detonadoras para llevar un control más férreo sobre las mismas. Cuando alguien te amenaza o dispara es muy difícil discernir si lo hacen con una pistola de fogueo o con una real, asegura un policía nacional.