Con la llegada de la primavera, la estación que rompe el frío invierno muchos rumiantes, entre ellos el corzo, comienzan a  inspeccionar nuevos terrenos en busca de pastos, marcando un nuevo territorio.

Los corzos son animales de costumbres y la territorialidad es algo muy común entre estas especies que buscan, seleccionan y mantienen su espacio, tanto las hembras como los machos, pero especialmente los machos adultos que marcan su nuevo territorio frotando su cornamenta contra la vegetación.

El corzo es un animal solitario y eso lo podemos comprobar habitualmente con ayuda de unos prismáticos, desde los cuales podremos ver un amplio campo de visión y comprobar que en sus paseos prefiere distanciarse de los demás, aunque en algunas ocasiones es posible verlos junto a otros ejemplares.

Este marcaje se produce a través de sustancias químicas que liberan las glándulas odoríferas que el corzo tiene en la frente, al lado de los ojos, en el pie posterior y en las pezuñas delanteras, por eso es habitual verlos frotar la cornamenta con cualquier vástago vegetal, y escarbar en el suelo con las pezuñas ya que de esta forma el animal consigue marcar su territorio que será donde se establezca aunque a los corzos machos les gusta mantener cada primavera los mismos territorios de años anteriores.

Los nuevos colonos tendrán suerte de no encontrar un macho más dominante ya que los terrenos no se defienden a capa y espada pero si a base de fuerza y lucha, y por tanto por regla general los machos más grandes y los ejemplares mas fuertes son los que se quedarán finalmente con los mejores terrenos que cuenten con comida y agua cerca donde se instalarán con sus congéneres, permitiendo la estancia de otros machos no territoriales.

En el nuevo o remarcado territorio permanecerán al menos hasta la primavera del año siguiente y seguramente los nuevos ejemplares adultos buscarán otros terrenos, aunque las hembras adultas preferirán quedarse en el mismo lugar durante años.

Los primeros que traspasarán el límite territorial serán los más jóvenes que acabarán expulsados de la manada por los demás corzos adultos de manera que tendrán que buscar un nuevo sitio donde establecerse y de esta manera quedar independizados de la familia.

Un ejemplar de corzo adulto mantendrá su territorio mientras conserve la fuerza, puesto que a cada inicio de la estación primaveral la historia se repite y si no conserva su título de  macho dominante, abandonará en busca de otros terrenos más tranquilos o quedará en la manada pero como macho no territorial.