El vino es la bebida típica mediterránea desde hace siglos y se cree que su elaboración es tan antigua como la producción de uva y se pudo obtener por casualidad tras dejar el zumo de la fruta en una vasija, lo que provocó su fermentación. No se sabe a ciencia cierta que civilización inventó o descubrió el vino pero se halló una vasija del año 5400 AC ,en un poblado neolítico de los Montes Zagros , y más recientemente, a finales del 2012 un grupo de arqueólogos de varios países  descubrieron una antigua bodega en las montañas del sur de Armenia que al parecer tienen una antigüedad de unos 8.000 años. En esta misma bodega se encontraron restos de uva desecada que fue analizada con la prueba de datación del carbono 14, dando como resultado que los restos eran del año 4.000 antes de Cristo. En la Biblia incluso se hace referencia en varios pasajes tanto al vino como a su cultivo, y en nuestra cultura occidental hay suficiente documentación que demuestra que en toda Europa el vino  (del latín vinum) fue la bebida preferida de la alta sociedad, hasta que se convirtió en la bebida del pueblo y comenzó a beberse en jarras, cuencos y botas de vino. El secreto para que esta bebida sobreviviera a través de los años es que el mosto no necesita azúcares añadidos a diferencia de otros zumos, y por tanto la fermentación se produce  por la acción que ejercen las  levaduras que transforman los azúcares del mosto en alcohol etílico y gas en forma de dióxido de carbono

Por tanto al ser un producto natural, el vino se sigue elaborando de la misma forma que hace siglos, aunque lógicamente el proceso se ha industrializado pero mateniendo el mismo proceso de elaboración desde la recolección de la uva, el pisado y prensado, la fermentación y el guardado en barricas hasta su trasvase a la botella de vidrio, desde donde se sirve finalmente en la mesa.