Aunque lo parezca, la navaja de injertar no es una navaja cualquiera. Su temple es superior a otras navajas de uso corriente, y es fácilmente identificable entre las demás porque en la parte delantera superior de la hoja presenta una pequeña elevación en forma de semicírculo, útil para separar la hendidura del portainjertos y poder introducir en ella la cuña del injerto.
La navaja de injertar no se puede utilizar para otra cosa diferente, y mucho menos como cuchillo de cocina.
Si el filo de la navaja toca objetos calientes, especialmente aceites, podría alterarse su temple y ya no volvería a ser el mismo.
No vale cualquier piedra, ni el típico esmeril eléctrico, se necesitan dos piedras especiales, una primera de grano muy fino para utilización en seco, y una segunda llamada de asiento que se usa añadiéndole unas gotas de aceite de máquina.
El injertado también requiere de una mano experta en el manejo de la navaja.
Según el tipo de injerto se practica un tipo de corte, y algunos de ellos son ampliamente conocidos en el ambiente de los injertadores.
Básicamente, en todos los injertos se deben realizar cortes rectos y limpios, con objeto de que los tejidos a unir encajen a la perfección.
Obviamente, la navaja tiene que estar muy bien afilada, en caso contrario se podrían producir pequeños arañazos que debilitaría la unión de las partes.
El proceso del injerto es una técnica que junto con el florecimiento de la planta se usa para unir dos partes de una misma planta con el fin de que comiencen a crecer como una sola planta.
Para la ejecución de esta técnica podemos usar una navaja de injertar que nos permitirá optimizar el resultado.
Aunque se pueden utilizar distintos tipos de navajas de injertar según los diferentes tipos de injertos y dependiendo también del grosor de la madera, la mayoría de navajas para injertos son útiles para todo tipo de injerto.