La ciudad de Albacete es la ciudad de las navajas por excelencia y en un pueblo de esta provincia nació y se crió Juan José García Carbonell, cuyo nombre lleva una calle albaceteña en honor al poeta que fuera en su día una institución cultural.
García Carbonell nació en La Roda en 1923 y a los 10 años se fue a estudiar a la capital consiguiendo graduarse en magisterio y ejerciendo de maestro comenzó a estudiar derecho por libre sacando notas brillantes y abandonando la plaza de maestro para dedicarse a la abogacía.
Además de maestro y abogado, Carbonell tenía dotes oratorias y comenzó a dar conferencias lo que le valió para hacerse conocer y ocupar mas tarde la vicepresidencia de la Diputación de Albacete, aunque también fue procurador en las Cortes, presidente del Tribunal Tutelar de Menores, magistrado de Trabajo, y delegado provincial del Ministerio de Información y Turismo, y mas tarde de Cultura.
Lo que poca gente sabe es que también fue colaborador de distintos periódicos peri no firmaba con su nombre sino que utilizaba el pseudónimo de Juan Alandar, curioso nombre con el que también se hizo famoso entre los lectores que seguían sus escritos.
Su talento para la poesia quedo sobradamente demostrada con su poema más conocido "Aquella navaja de mi padre" que reproducimos en este post como homenaje al que fue un referente cultural en la ciudad de las navajas.
Éramos como la mayoría una familia pobre, de artesanos. Mi madre repartía la fuente del guisado por los platos. El buen pan de La Roda mi padre hacía pedazos; el pan grande en el pecho, la navaja en la mano. Servía la navaja para todo: Para sacarle punta al tranco, para afilar el lápiz, para el corcho rebelde, para el tocino magro, para mondar las naranjas, para mojar la sopa en caldo, para pelar patatas, arreglar el gazapo, cortar el nudo, despegar la caja, y poner un cartón a los zapatos. Echar la sal al huevo, y cortar a la vid el primer ramo. Para pelar la vara del camino y poner nuestros nombres en un árbol. ¡Navaja de mi padre, cuántas cosas hacías en su mano! Cada Feria veníamos padre e hijo cogidos de la mano. Comíamos en la Cuerda, junto al carro con toldo de un paisano, la merienda que madre preparaba. Y después de los toros padre compraba turrón blando. Ahora ya se fueron los dos, mas compro la navaja y me la guardo. ¡Quizá esta Feria un hijo mío me compre una navaja de regalo!