En el siglo XII, ser caballero era una forma de vivir que requiere una preparación desde la infancia. Los hijos de los nobles, que pueden costearse las armas y la dedicación a la guerra, forman la caballería.
Tienen que someterse a un aprendizaje muy duro.
Comienza en el castillo con su familia. Aprenden a montar a caballo, el manejo básico de las armas y la caza.
Los nobles poderosos acogen en sus castillos a los hijos de sus vasallos, a jóvenes protegidos y, en ocasiones, a hijos de parientes con menos fortuna.
Estos futuros caballeros, desde los diez o doce años hasta los dieciséis o veintitrés, aprenderán juntos el oficio militar y a vivir como caballeros.
A cambio de este aprendizaje, realizan diferentes labores:
Al principio, acompañan a su protector en las cacerías: aprenden en manejo y adiestramiento de las aves de cetrería.
Comparten diversiones y actividades propias de la nobleza, de esta forma realizan una parte importante de su futura vida de caballeros: a desenvolverse en sociedad.
Se denominará la cortesía a las virtudes sociales del caballero como la generosidad, jovialidad, amabilidad, afabilidad, elegancia, mesura, constancia y mansedumbre.
Después, pasan a ocuparse de los caballos y armas de su señor.
Van con él a la guerra y los torneos; en este momento y hasta su investidura como caballeros, son los escuderos.
Algunos no podrán ser investidos nunca porque su patrimonio no es suficiente para costear estos gastos y serán siempre escuderos.
Esta ceremonia fue variando.
Si eran tiempos de guerra, se podía realizar en el campo de batalla de una forma sencilla: entregando la espada y dando un golpe en la espalda el espaldarazo.
En tiempos de paz, se fueron haciendo más espectaculares.
Coincidían con una celebración religiosa, como Pascua o Pentecostés, o civil que podía ser el nacimiento de un príncipe, su boda, etc.
El lugar adecuado era el patio del castillo, el pórtico de una iglesia o una plaza pública. La preparación era religiosa.
Los aspirantes tenían que confesarse y comulgar.
Después pasaban una noche en una iglesia meditando, se denomina la vela de armas.
La ceremonia posterior sigue estos pasos:
Primero, la bendición de las armas. El padrino las entrega a su ahijado siguiendo un orden: Espada y espuelas, cota de mallas y yelmo, lanza y escudo.
El escudero lo va vistiendo al tiempo que el aspirante va recitando el juramento que le compromete a respetar las obligaciones de la caballería,
Es decir, la defensa y protección de los débiles, y rezan algunas oraciones.
El último paso es el espaldarazo: un golpe con la mano en la espalda o la nuca, después se hará con la espada.
Todo termina con una fiesta costeada por el padrino.