Un elemento esencial en la indumentaria de cualquier cazador es el
calzado. Unas botas de caza adecuadas, que sean cómodas pero a la vez resistentes y que se adapten a las condiciones climáticas presentes en nuestra
caza son esenciales para disfrutar con comodidad y seguridad de nuestra jornada.
La primera decisión que debemos tomar es el tipo de caña de nuestra bota. La caña es la principal responsable de la seguridad de nuestros tobillos, pero también afecta a la comodidad global de la
bota por lo que resulta sumamente importante seleccionar correctamente su altura.
Como norma principal diremos que para sostener bien el pie y darle el apoyo necesario, la bota debe abarcar hasta más arriba de los tobillos.
Si el terreno por el que vamos a andar es muy irregular resulta necesario que el cordón se ate por encima de los tobillos. Debe ser lo suficientemente alto para sujetar el tobillo pero permitiendo siempre un libre movimiento de flexo-extensión del pie.
Por supuesto esta elección debe estar en concordancia con el tipo de caza que vamos a desarrollar, evidentemente para un rececho de montaña por ejemplo es mejor una bota con la caña alta, ya que protegemos más el tobillo y el pie en general, y para una montería este detalle es menos importante, pero todo depende de nuestra comodidad.
Es fundamental que el calzado de caza sea cómodo, si salimos a cazar con un calzado que nos resulte molesto nuestros pies se resentirán, lo notaremos a cada paso que demos y consecuentemente nos encontraremos mal durante toda la jornada; algo que puede influenciar incluso en nuestra forma de tirar.
Un factor esencial que debemos pedirle a cualquier tipo de bota de caza es que mantenga nuestros pies secos, para ello las botas deben ser impermeables y transpirables.
Una suela adecuada no sólo es necesaria para una mayor duración sino que será signo de comodidad y, lo que es de suma importancia, puede llegar a evitar importantes lesiones.