La granada de mano es vista como uno de los mayores símbolos de la Primera Guerra Mundial, inventada en 1915 por William Mills y tuvo como precursores en uso al Ejército de Inglaterra.

La granada de mano se usó en la Primera Guerra Mundial con el objetivo de debilitar objetivos a media distancia. La idea era afectar la línea de formación enemiga para ataques posteriores o incluso eliminar formaciones de artillería.

Cabe señalar que la granada de mano fue muy útil en la Primera Guerra debido al uso de trincheras.

La historia de la granada de mano

Las primeras granadas registradas datan del siglo VIII d. C., armas incendiarias del período bizantino conocidas como "fuego griego". Las mejoras en los siguientes siglos extendieron la tecnología por todo el mundo islámico y el Lejano Oriente. 

Las primeras granadas chinas usaban carcasas de metal y cargas de pólvora. 

Las granadas se generalizaron en el uso militar en Europa en el siglo XVI. Las primeras granadas eran bolas de hierro huecas llenas de pólvora y encendidas por una mecha humeante envuelta en pólvora humedecida y seca.

Este diseño estándar pesa entre 2,5 y 6 libras cada uno. En el siglo XVII, los militares comenzaron a formar unidades de soldados especializados entrenados para lanzar granadas. 

Estos especialistas fueron llamados granaderos, y durante un tiempo fueron considerados combatientes de élite. Durante las Guerras Napoleónicas, los granaderos de élite pasaron de lanzar granadas a luchar en asedios directos.

La poderosa explosión resultante provoca ondas de choque y esparce fragmentos de metal a alta velocidad, que infligen heridas de metralla. La palabra granada proviene del latín granātumde.

La Primera Guerra Mundial se considera la edad de oro de las granadas de mano

Las granadas de mano de la Primera Guerra Mundial fueron detonadas por impacto o por fusible de tiempo. La ignición por impacto era peligrosa porque el impacto podría ocurrir antes de que el manipulador se acercara al enemigo. Por ello, las granadas cronometradas acabaron ganando.

La granada de mano se usó en la Primera Guerra Mundial de diferentes maneras durante las diferentes fases. En la fase de trinchera, la más larga, los soldados individuales la usaron contra las trincheras enemigas y contra las ametralladoras montadas, por lo que era una forma de romper posiciones, aunque esto rara vez tuvo un resultado positivo.

Si una granada se arrojaba correctamente a una trinchera, las posibilidades de que los soldados atrincherados escaparan eran mínimas, lo que aumentaba la eficacia del ataque.

La primera granada segura fue la bomba Mills, inventada por el ingeniero inglés William Mills en 1915. La bomba Mills incorporó algunos elementos de diseño de una granada belga de encendido automático, sin embargo, agregó mejoras de seguridad y mejoró la eficiencia. 

Estos cambios revolucionaron la guerra de trincheras. Gran Bretaña fabricó millones de bombas Mills durante la Primera Guerra Mundial, popularizando el dispositivo explosivo que sigue siendo una de las armas más icónicas del siglo XX.

Las granadas tienen características específicas

Según su mecanismo de acción, las granadas de mano pueden ser:

Ofensivo - Objetivo actuar principalmente por la onda explosiva, resultante de la detonación de la carga explosiva; se emplean en el asalto y sirven para bajar la moral del enemigo. 

Defensivas - actúan rompiendo o fragmentando la carcasa, permiten realizar bombardeos a distancias cortas y tienen grandes resultados contra el enemigo que se aproxima, brindando defensa en puntos ciegos o detrás de obstáculos; su objetivo principal es causar bajas.

Especiales - son los que contienen un agente químico que produce un efecto tóxico o irritante, cortinas de humo, acciones incendiarias y luminosas o cualquier combinación de estas; las cargas utilizadas dependen del tipo de efecto que se quiera obtener en el momento de su uso.

Ejemplos: cloro acetofenona, ácido cianhídrico, vaselina, termita, fósforo blanco, etc.

El daño producido por la explosión de granadas en lugares abiertos suele ser menos severo que en lugares cerrados, donde el efecto de la explosión se magnifica, obviamente teniendo en cuenta la distancia desde el centro de la explosión y el tipo y carga de material explosivo contenido en el dispositivo.

Las granadas actuales funcionan prácticamente de la misma manera, ya sean de explosión, de fragmentación, de gas, entre otros modelos. Después de quitar el pasador, se activa un dispositivo interno de tal manera que genera una chispa dentro de la bomba. 

Esta chispa enciende un fusible que tarda unos 6 segundos en quemarse por completo. Este es el “tiempo de seguridad” que tiene el lanzador hasta que da en el blanco. 

Después de que el fuego consume toda la mecha, la carga explosiva es detonada y rompe todo el caparazón de la granada, enviando una carga de fragmentos en varias direcciones.