El habilidoso arquero Guillermo Tell era un hombre sencillo, bondadoso y enérgico, cuyo coraje y honestidad hicieron que fuera muy querido y respetado en su región. La historia de Guillermo Tell es una de las más conocidas que nos ha llegado de la Edad Media.
Según el popular relato, Tell era un habitante de Bürglen, en el centro de la actual Suiza.
Hacia 1276 provocó al gobernador del cantón de Uri, Hermann Gessler, negándose a inclinarse ante el símbolo de la autoridad del Imperio: un sombrero colocado en lo alto de un poste que estaba clavado en el centro de la plaza principal.
Guillermo desafió al gobernante y lideró la lucha de la resistencia
La orden era clara y humillante.
Todos los ciudadanos suizos tenían que inclinarse ante el sombrero del tirano austriaco, colocado sobre un poste.
El gobernador decidió castigar la afrenta y, aun a sabiendas de la fama de buen tirador de Tell.
Le obligó a disparar a una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo menor.
Si acertaba en el blanco le concedería la libertad, pero si fallaba sería arrestado.
Tell disparó y acertó a la manzana.
El gobernador le preguntó entonces por qué había preparado dos flechas si tan sólo podía haber lanzado una.
Tell respondió que, de haber errado, habría disparado la segunda flecha contra él.
Pero durante el traslado en barco, a través del lago de los Cuatro Cantones, se desencadenó una violenta tormenta y Tell aprovechó la confusión para escapar.
Luego se dirigió al castillo del gobernador, situado en Küssnacht.
Cuando Gessner llegó, lo mató con la segunda flecha.
La historia de Guillermo Tell aparece por primera vez en las crónicas suizas de Aegiidius Tschudi, un escritor del siglo XVI, cerca de doscientos años después de la época en que Tell habría vivido esa hazaña.
No existe, sin embargo, ninguna prueba contemporánea de la existencia de los personajes de esta leyenda.