Durante años la carga de un arma seria con los componentes separados. Hasta la llegada del cartucho de papel, estando impregnado de una sustancia combustible que lo hacía consumirse en el momento del disparo.
No pasaría mucho tiempo en que este desarrollo llegara a las armas largas, sin embargo también trajo consigo otros problemas.
El cuerpo metálico que quedaba después del disparo no saldría por su propia cuenta.
Fue necesario inventar métodos de expulsión del cartucho disparado o no.
Los cartuchos pasaron por variados modelos hasta llegar al que hoy día es el sistema más usado en un cartucho, el de fuego central.
Sistema inventado por Casimir Lefaucheux en 1828, usado ampliamente en Europa.
Este sistema estaba basado en un cartucho metálico cerrado en su base y desde un costado del cilindro sobresalía una aguja que golpeaba un percutor en el interior del cartucho, que iniciaba la pólvora contenida y disparaba la bala.
Esta munición fue muy usada en armas cortas y algunas escopetas de caza, sin embargo su gran defecto era la delicadeza de su mecanismo, pues si se caía o golpeaba por accidente se podía disparar.
Además que la carga en el arma debía hacerse de modo especial.
Ralentizando el proceso de municionamiento, con el tiempo este tipo de cartucho fue cayendo en el olvido para desaparecer definitivamente.
Basado en el flobert, un cartucho de pequeño calibre muy parecido a los cartuchos usados en las pistolas de clavos actuales, pero empleado para el tiro deportivo en espacios cerrados.
Este cartucho tenía en la base metálica un pequeño reborde, en el cual se ponía el fulminante.
Era golpeado por la aguja o el martillo percutor, iniciando la pólvora y disparando la bala.
Haciendo este reborde posicionase el cartucho en la base del cañón y sellaba la recámara.
El sistema era rápido y fácil de usar.
Pues no se necesitaba posicionar el cartucho en forma especial.
Mientras la punta se encontrase hacia delante, ello permitía una rápida recarga.
El más usado hasta hoy, nace de la adaptación del fulminante en el cartucho de Dreyse.
La ventaja del fulminante separado del cartucho de espiga, y el reborde del cartucho de fuego anular.
Uniendo todos en un sistema en el cual el pistón queda en el centro del culote de metal dispuesto para ser golpeado directamente por el percutor.
Este a su vez transmitía el fuego a través de oídos, como en las antiguas armas de percusión, a la cámara de fuego con la pólvora del cartucho metálico.
Sus grandes ventajas eran su resistencia a la intemperie, tolerancia al maltrato, a las grandes presiones, transporte y almacenamiento.
También resolvía el sello de gases y además era muy dúctil a la modificación de calibres.
Pero lo más importante para las naciones era que una vez instalada la base manufacturera, el costo de fabricación era más que razonable, comparando las ventajas que ofrecía.
Fuente: lasegundaguerra.com