Pablo Escobar: El arma de unos de los hombres más temibles de las últimas décadas

Uno de los más poderosos traficantes del mundo, Pablo Emilio Escobar Gaviria, más conocido como Pablo Escobar, moría en el año 1993, a los 44 años, en la ciudad de Medellín, Colombia. Escobar conquistó fama mundial y se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo por el tráfico de cocaína a Estados Unidos y otros países.

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Se estima que en el auge de su carrera, movía un millón de dólares al día y que su patrimonio era de 13.000 millones de dólares.

Además, también era conocido por el estilo despiadado, que usaba la táctica de la corrupción e intimidación.

Se aplicaba la política del "dinero o plomo", en que jueces, policías, políticos y otros estaban obligados a aceptar su dinero, de lo contrario se ejecutaban.

Pablo Escobar decia: Todo lo peligroso se convierte en plata

Se cree que Escobar ha participado en más de cinco mil muertes a lo largo de dos décadas de terror.

Habría sido responsable del asesinato de tres candidatos a la presidencia de Colombia, por la explosión del vuelo Avianca 203 y del edificio de seguridad de Bogotá en 1989.

Cuando Pablo Escobar se entregó en la cárcel de La Catedral los medios de comunicación registraron la ceremonia de entrega de su pistola Sig Sauer 9 milímetros ante el Procurador General de la Nación, acto con el cual se simbolizaba el sometimiento a la justicia.

Escobar portaba esa misma pistola y estaba disparándola cuando fue abatido, la explicación de este misterio es que la entrega del arma fue solo para las cámaras de televisión.

Tan pronto se volvió el amo de La Catedral la recuperó y la tuvo siempre con él hasta el día de su muerte. De las 13 balas que tenía el proveedor quedaba apenas una después del tiroteo en el tejado.

La Catedral era una prisión cercana a la ciudad de Medellín, Colombia, donde Pablo Escobar permaneció y fue vigilado por sus propios hombres.

Al cumplirse un acuerdo que hizo con el gobierno colombiano, Escobar construyó esta prisión de acuerdo con sus propias necesidades, haciéndola mucho más parecida a un club que con una casa de detención.