Históricamente existen relatos de armas que disparaban algún tipo de proyectil, vía aire comprimido, desde el siglo XV. Básicamente se resumían a un caño ligado a un depósito esférico. Hecho de cobre o latón, en el cual se comprimía aire a través de una bomba rudimentaria.

aire comprimido

Un mecanismo de disparo simple abría un tipo de válvula, que permitía el flujo de esa presión almacenada hacia el interior del tubo, impulsando así el proyectil hacia afuera.

Sin embargo, fue a partir del siglo XVIII que, principalmente en Europa, comenzaron a difundirse más.

Utilizadas en tiro deportivo tanto en ambientes cerrados como para la caza de pequeñas aves.

Una de las más impresionantes armas de esta época ha sido desarrollada por Girandoni, en Austria, en 1779.

Constaba de un depósito cilíndrico de aire que podía ser destacable, pudiendo ser cambiado por otro, debidamente cargado, de forma muy rápida.

Arma de aire comprimido y su popularidad

Cada depósito podía disparar hasta 20 pesadas bolas de plomo, con cerca de 13 mm de diámetro y letalmente eficientes hasta una distancia de 100 metros.

Su cadencia de tiro alcanzaba cerca de 20 disparos por minuto. todo ello sin ruido y sin humo.

Una guarnición de 500 hombres armados podían arrojar más de 300.000 balotes en cerca de media hora-cosa inimaginable en una época en que los fusiles militares eran de retrocarga.

Un tiro a la vez, y utilizaban el sistema de pedregal para disparar.

Ya en la Inglaterra del siglo XIX la popularidad era enorme.

Surgiendo campeonatos de tiro específicos para armas de aire comprimido en varias localidades.

Desde entonces, esa modalidad de tiro se volvió una manía.

Extendiéndose también hacia América, donde se consolidó con el surgimiento de innumerables fabricantes y modelos.

Desde las primeras décadas, fabricantes europeos y estadounidenses comenzaron a vender armas de aire comprimido de buena calidad, durabilidad, precisión y costo asequible.