La importancia del microscopio para la evolución de la ciencia es incuestionable. Además, hasta el día de hoy, los microscopios desempeñan un papel fundamental en el campo científico, permitiendo el estudio de diversos microorganismos y partículas a nivel microscópico.

Antes de la creación de los microscopios, sólo era posible observar lo que se veía a simple vista, o como mucho con la ayuda de pequeñas lupas. Tras su invención se empezó a explorar y mejorar el mundo de las micropartículas, virus, bacterias, etc.

De forma sencilla y general, los microscopios funcionan como una lupa de imágenes, pudiendo penetrar muestras pequeñas y ser decisivos en la investigación de diversas ciencias.

La historia del microscopio

La necesidad de agrandar determinados objetos ha sido una preocupación desde los albores de la humanidad. 

Este argumento se ve corroborado por hallazgos que datan del año 721 a.C. En aquella época se hablaba de un cristal que tenía propiedades de aumento.

Además, en épocas cercanas ya se utilizaban lupas para este fin.

La lente es uno de los componentes más importantes de un microscopio, por lo que la historia de la microscopía comienza mucho antes del primer modelo microscópico. 

Según algunos informes, los romanos utilizaban lentes con el posible propósito de corregir la miopía. Sin embargo, su uso más amplio se produjo en 1280 con la invención de las gafas.

El primer microscopio fue descubierto gracias a un experimento realizado por dos fabricantes de gafas holandeses. 

Zacharias Jansen, junto con su padre, Hans, insertaron varias lentes en un tubo y descubrieron que al observar un objeto en el extremo del aparato era posible verlo de una forma mucho más ampliada que lo que se observaba a través de una lupa.

El impacto de este invento en la ciencia llegó tiempo después a través de Robert Hooke quien, en 1665, detalló sus descubrimientos microscópicos sobre las pulgas y el corcho. 

En 1675, Leeuwenhoek, tras producir sus propias lentes, obtuvo un microscopio con mayor poder de aumento.

Con esto fue posible por primera vez describir bacterias y células sanguíneas, ya que los microscopios de Leeuwenhoek permitían un aumento de hasta 280x. Con estos descubrimientos, la microscopía se desarrolló cada día más. 

Evolución del microscopio

Con el tiempo, los microscopios fueron mejorando con mejores lentes y, en consecuencia, en sus capacidades de aumento. 

En 1830, Joseph Jackson Lister descubrió que cuando las lentes se disponían a una distancia adecuada entre ellas era posible proporcionar una ampliación eficiente sin desenfocar la imagen obtenida.

Ya en 1880, la resolución de los microscopios alcanzaba los 0,2 micrómetros y en 1903, después de algunos años del descubrimiento de una teoría que correlacionaba la resolución con la longitud de onda.

Richard Zsigmondy desarrolló un microscopio capaz de observar objetos por debajo de la longitud de onda de la luz.

En 1932, Frits Zernike inventó el microscopio de contraste de fases, que permitió el estudio de materiales transparentes. 

Sin embargo, las innovaciones no se detuvieron ahí. Se necesitaban nuevos descubrimientos para aumentos mucho mayores. Por ello, el microscopio electrónico llegó a revolucionar lo que se conocía como microscopía.

El primer microscopio electrónico de transmisión fue desarrollado en 1933 por Ernst Ruska. 

Con un poder de resolución muy superior al de un microscopio óptico, este equipo se diferencia en que utiliza haces de electrones y lentes electromagnéticas, lo que permite aumentar hasta un millón de veces el objeto analizado.

Además del microscopio electrónico de transmisión, se necesitaban otros modelos para mostrar imágenes tridimensionales de la superficie de los objetos analizados. 

En este contexto, el concepto de microscopio de barrido fue demostrado en 1935 por M. Knoll.

Sin embargo, no fue hasta 1938 cuando Von Ardenne construyó el primer microscopio de barrido, que permitía ver la superficie de los objetos analizados. 

Fueron necesarios muchos cambios para obtener los modelos actuales de microscopios y sus aplicaciones.

Tipos de microscopios 

Con la popularización de la tecnología, han surgido y empezado a comercializarse diversos modelos.

Para ayudarte a entenderlos mejor, hemos separado los modelos de microscopio y sus funciones:

Microscopios ópticos: son los modelos más sencillos, con iluminación y mezclas que amplían la imagen de la muestra u objeto. Son los más comunes en la vida cotidiana y son fáciles de manejar.

Microscopios compuestos: este modelo está un poco más desarrollado, con dos sistemas de aumento de la imagen. Los microscopios compuestos utilizan dos lentes, una óptica y otra ocular, y cada sistema refleja una imagen en una de ellas. 

Son más grandes y profesionales y deben utilizarse en entornos específicos. 

Microscopio digital: Los microscopios digitales suelen tener una pantalla LCD que puede ser sensible al tacto o no.

Permite la observación con varias personas, pero también puede tener salidas USB o SD para permitir la grabación directa sin tener que conectar el dispositivo a un ordenador.

La microscopía hoy en día

Después de tantos descubrimientos, los microscopios sufrieron mejoras que los transformaron en lo que conocemos hoy. 

La mayoría de los microscopios en uso están formados por dos o más lentes y tienen un aumento de 100 a 1000 veces.

Se han desarrollado muchas técnicas para mejorar el uso de este equipo. 

En este sentido, el desarrollo de dispositivos más accesibles y populares ha puesto la microscopía al alcance de todos. Actualmente, es muy fácil encontrar diferentes microscopios en diferentes entornos, como laboratorios de análisis clínicos, investigación, industrias y otros.

Además, los microscopios digitales y los microscopios de bosillo han venido a simplificar la rutina de quienes necesitan transmitir la imagen obtenida en tiempo real o necesitan analizar muestras fuera del entorno del laboratorio. 

Estos modelos son innovaciones actuales que han aportado muchos beneficios a la ciencia.