Andrei Batashev, un entusiasta de las armas rusas ha vuelto a hacer pistolas en miniatura, son réplicas que disparan balas reales, sin embargo, sus rifles y pistolas no están diseñados para intimidar o matar. Las armas usan balas de verdad y Andrei le gusta referirse a ellas como "obras de arte". Vive en una ciudad de Tula, a 180 kilómetros al sur de Moscú, que siempre ha sido famosa en Rusia por sus artesanos de armas. Durante siglos, Tula fue el mayor centro de Rusia para la producción de armas, pistolas y rifles. En los tiempos de la Guerra Fría, la ciudad se convirtió en sinónimo de una variedad de armas, entre ellos las armas de Kalashnikov, el AK47. Pero los tiempos han cambiado y también lo han hecho las demandas. Líneas de producción de armas se han cerrado debido a la falta de financiación estatal. Pero, Andrei Batashev ha decidido mantener viva parte de la antigua tradición de Tula de artesanía de armas. [embed]https://www.youtube.com/watch?v=_OkWiweBs6w[/embed] Vive y trabaja en un pequeño apartamento en las afueras de la ciudad. Comenzó hace dos años y ahora se gana la vida vendiendo sus armas en miniatura. Cada pieza de armamento cuesta hasta tres meses fabricarlo. Su negocio no genera ingresos significativos, ya que cada pieza puede costar solo unos 300 Euros y hasta ahora sólo ha producido unas 25 réplicas. Él vende las armas a una empresa rusa que comercializan por él a los compradores interesados. Su negocio es su única fuente de ingresos. Utiliza herramientas básicas y un par de lentes de ampliar para tallar los pequeños detalles. El calibre de una bala de una de sus pistolas tiene un diámetro de tan sólo 2,5 milímetros.