Hoy vamos a dar unos consejos sobre un aspecto clave a considerar durante nuestras rutas y salidas, especialmente en verano, pero que tampoco hay que descuidar en otras épocas del año, la hidratación. Nuestro cuerpo está formado por un 70% de agua. Puedes aguantar hasta 40 días sin comer, pero apenas 10 sin beber. Mientras realizamos cualquier ejercicio nuestra piel transpira para mantener nuestra temperatura constante, debido a la transpiración sudamos y, por ello, nuestro cuerpo pierde parte de esa agua, acompañada de sales minerales y diversos electrolitos como el sodio o el potasio. El calor acelera el proceso y nos hace sudar aún más. Si no nos rehidratamos mientras realizamos cualquier actividad física corremos el riesgo de sufrir una deshidratación. Entre los síntomas principales de la deshidratación, más allá de la sequedad de las mucosas que nos provoca la sed, están las náuseas, la falta de fuerza o disminución del rendimiento o la fatiga mental y física. La cantidad de la orina disminuye y su color es más oscuro. La sed no es una señal de alarma temprana sino un síntoma de deshidratación. Cuando se experimenta sed, es posible que ya haya deshidratación. Por ello no se debe esperar a tener sed para beber, sino que debemos beber de forma continuada y repetida durante toda nuestra ruta. Para una salida de un día necesitaremos transportar del orden de 2 a 3 litros de líquido para hidratarnos sobre la marcha. Existen multitud de métodos y/o envases para transportar los líquidos mientras practicamos el senderismo, desde una sencilla botella de plástico de agua o la tradicional cantimplora pasando por las mochilas de hidratación o las bolsas provistas de tubo y tetina. ¡Ya sabes si vas de ruta, senderismo no dejes de cuidar de la hidratación, es de vital importancia!