Hoy abordaremos un tema muy interesante tanto para los amantes de armas y sus municiones, como para los coleccionistas. En nuestro artículo hablaremos un poco sobre la historia del cartucho metálico.

Aquí describiremos brevemente el primer cartucho metálico exitoso, para uso en armas de fuego portátiles, con un sistema de encendido interno, que fue desarrollado en 1828 en Francia.

Su inventor fue Casimir Lefaucheux, nacido en 1802 en la localidad de Bonnétable y fallecido en París en 1852.

Su patente para el cartucho metálico se remonta a 1827 y basó gran parte de su diseño en el trabajo de su compatriota Jean Samuel Pauly, a mediados de 1812.

Evolución de los cartuchos

Antes de que emergiera la munición, las armas se cargaban por etapas. Durante este período, las armas fueron precargadas, es decir, eran armadas por la extremidad (a través del cañón), sobre lo cual el tirador utilizaba una varilla que normalmente estaba unida a la parte inferior del arma de fuego, para empujar la pólvora.

Hacia el siglo XVI apareció el “cartucho de papel”, que consistía en un estuche que contenía pólvora y el proyectil, que facilitaba y aceleraba la recarga de armas de fuego en el campo de batalla.

Consistía en un tubo de cartón lleno de pólvora cuyo extremo era una copa de latón. El proyectil era cónico y estaba hecho de plomo macizo. Internamente, en la copa de latón, se montó un pequeño depósito con una mezcla fulminante, muy similar a las espoletas que ya se usaban en ese momento, que serían detonadas por un pino que se sostenía allí.

Hubo algunos problemas con el uso de estos papeles. El primero apareció luego de los disparos, pues pequeñas partículas de papel aún podían permanecer incandescentes dentro del cañón del arma y al recargarlo, el arma disparaba provocando accidentes muy graves.

Para evitar este problema, se fabricó papel nitrato, que se quema muy rápido, evitando así incidentes. Otro problema estaba relacionado con la lluvia y la humedad. Para ello, se buscaron envases impermeables para paliar este efecto.

El primer cartucho metálico apareció alrededor de 1850, con el llamado "pinfire"

Estos consistían en una estructura de cobre, con un pasador lateral que sobresalía de él. El latón tuvo un uso significativo sólo en la década de 1870, reemplazando al cobre en la fabricación de estuches para estas municiones. La munición Pinfire se siguió fabricando hasta la década de 1930.

Las armas de fuego Pinfire se utilizaron ampliamente en conflictos en Europa y se generalizaron en los Estados Unidos durante la Guerra Civil.

La siguiente evolución en el desarrollo del cartucho metálico contó con la colaboración del armero francés Houlier en 1846, que posteriormente fue desarrollado por su compatriota Flobert.

El proyecto de Flobert consistía en un cartucho con los bordes huecos de su base, en el que se alojaba el material iniciador, responsable de la energía que arrojaría el proyectil.

Lo interesante de esta munición es que no contenía pólvora. Este tipo de munición era de muy baja potencia, normalmente utilizada en armas para prácticas de tiro en ambientes reducidos.

El armero francés Benjamin Houllier mejoró el cartucho de cartón Lefaucheux y lo patentó en París en 1846, el primer cartucho totalmente metálico que contenía pólvora (y una púa) en un cartucho metálico.

En 1854, la Compañía Smith & Wesson adaptó el diseño de los franceses (Houlier y Flobert) simplemente alargando la longitud de la caja, permitiendo la inclusión de pólvora en su recipiente, creando así la primera munición propiamente dicha, de percusión radial, la. 22 cortos, lanzando su primer revólver para esta munición, el Smith & Wesson Model 1

Durante este período aparecieron otros calibres, como el .44 Henry, utilizado en los Henry Rifles, todos con percusión radial, así como el Spencer Rifle; cuyas armas fueron diseñadas en el año 1860.

Los cartuchos metálicos de hoy en día

Hoy en día, el latón, una nomenclatura común dada a una aleación de zinc y cobre, es el material más utilizado para la fabricación de cartuchos de municiones.

El proceso es muy automatizado, consiste básicamente en una serie de pasos de extrusión y prensado realizados a muy alta presión, partiendo de un disco de material virgen. Hay algunos fabricantes que utilizan otro tipo de materiales, como el aluminio, aunque estos cartuchos no permiten rellenar debido a las características de tensión inherentes a este material.

En algunos casos raros existen cartuchos de acero o ya se han producido.

Durante la Segunda Guerra Mundial, tanto Alemania como la Unión Soviética produjeron grandes cantidades de cartuchos de acero, para usar en sus armas pequeñas, ya sea por la falta de cobre o zinc o por el hecho de que el acero también es una materia prima más barata.

Los cartuchos se pueden clasificar según su forma, calibre, uso, tipo de base y tipo de espoleta que utilice.

En las pistolas, como en los revólveres, prácticamente todos los cartuchos que se utilizan son rectos, perfectamente cilíndricos; muy pocos calibres utilizan cartuchos ligeramente cónicos.

En las armas largas rayadas, como rifles, carabinas y fusiles, casi todos los cartuchos que se utilizan hoy en día, tanto militarmente como para el deporte y la caza, son invariablemente ligeramente cónicos, pero también tienen una reducción de diámetro justo antes de la boca del cartucho.

Hay varios estándares que se utilizan para la notación de las medidas de los cartuchos; el estándar más utilizado actualmente, de origen europeo, se expresa en milímetros, donde el primer valor significa el calibre.

Hasta aquí nuestro artículo de hoy, por supuesto seguiremos publicando nuevos temas sobre los cartuchos ya que es un asunto muy extenso y curioso, ¿verdad?

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