El gatillo es una de las partes más relevantes de un arma. Aunque generalmente la atención del usuario se acentúa sobre otras, como los aparatos de puntería, cañón, miras telescópicas, etc. En el instante en que el tirador o cazador tira de la cola del disparador, habilita una serie de operaciones que transcurren en fracciones de segundo: libera la aguja o percutor que con la energía del resorte impulsor impacta en el fulminante iniciando la combustión del propulsor . Esta ignición genera gases que impulsan al proyectil hacia el exterior a través del cañón. El gatillo elaborado por las fábricas de armas ha mantenido a través del tiempo un diseño con pocas disimilitudes, lo que provocó que no se cuestionara partiendo de la base que los creadores habían obtenido la mejor prestación posible. Sin embargo, la difusión a nivel mundial del tiro profesional, bélico y deportivo, hizo que se colocaran bajo la lupa los dispositivos originales de las industrias armamentistas – generalmente prácticos y seguros – considerados desde siempre insuperables. Si consideramos a un arma defensiva doméstica, llámese revólver, pistola o escopeta, es obvio que la importancia del gatillo es relativa, ya que al momento de ser usada no se enfoca la atención más allá del problema de seguridad que se enfrenta. Pero si en cambio su destino tiene otros fines específicos, el análisis se profundiza. Un ejemplo son las armas diseñadas para los francotiradores, que reclaman un gatillo de características peculiares, que reclaman muy poca presión de empuje. Esa misma sutileza no es recomendable, en cambio, en armas de caza, ya que la sensibilidad extrema puede ocasionar accidentes por el simple roce de la ropa o un golpe de la culata contra el suelo. Esto se ha solucionado en algunas marcas que han incorporado el doble gatillo: uno para cargar al denominado pelo y el otro para accionarlo. Si bien soluciona en parte el aspecto de seguridad, implica en cambio dos click que con el animal cerca pueden ser inoportunos. Ya que el seguro es primordial para evitar accidentes, casi todas las armas largas poseen dos de ellos que actúan en paralelo: el primero se acciona en forma manual luego que el cerrojo traslada el cartucho desde el cargador o almacén hasta la recámara; y el otro lo hace automáticamente cuando el cierre del cerrojo no se ha completado correctamente. En este caso, al presionar el gatillo no se completa la liberación del percutor, impidiendo su impacto sobre el fulminante del cartucho. Existen diversas variantes de mecanismos de cierre y gatillos, por lo que es recomendable que antes de adquirir un arma se consulte con amigos cazadores que puedan aconsejar en base a su experiencia en el tema; practicar en el polígono con algunas de las opciones o simplemente pedir el asesoramiento.
fuente: cazamayor.com