Hacer disparos al aire es una práctica y tradición bastante común. En ocasiones, la acción sirve como una alerta, ya sea para hacer una advertencia o para comunicar que se está celebrando algo.

¿Peroqué sucede con las balas después que son disparadas al aire?

En muchas casos, una tragedia. Y esto porqué cuando una bala es detonada hacia el aire, irremediablemente retorna al suelo y puede alcanzar a una persona. Estas “balas pérdidas” representan un riesgo enorme. Estudios que datan de 1962 señalan que una bala en caída libre alcanza velocidades de entre 220 y 330 km/h dependiendo de diversos factores como al calibre, el ángulo de caída y la interferencia del viento. Sin embargo, estas velocidades son más que suficiente para penetrar el cráneo de una persona o cualquier otra parte del cuerpo humano, provocando heridas de gravedad e incluso la muerte. Según la BBC, un disparo de calibre .30 puede alcanzar los 327 km/h a medida que desciende. Entre los países de América Latina, México figura entre los primeros sitios de muertes por balas pérdidas, junto a Brasil y Colombia. En el periodo comprendido entre 1958 y 1992, un hospital en la ciudad de Los Angeles, en los Estados Unidos, ingreso a 118 pacientes víctimas de estas balas disparadas al aire, 38 de los cuales terminaron muertos. Si, en primera aproximación, no se tuviese en cuenta el efecto de la resistencia del aire, los proyectiles llegarían al suelo con la misma velocidad con la que partieron del cañón de la pistola o del fusil. Dependiendo del arma, calibre, etc., esta velocidad puede ser de unos 1.100 o 1.300 kilómetros por hora. Es relativamente sencillo obtener este resultado sin necesidad de disparar un solo tiro. Basta aplicar el principio de conservación de la energía. La energía mecánica que posee la bala en el instante inicial, es decir, cuando sale por la punta del cañón del arma, se convierte en energía cinética (asociada al movimiento). A medida que la bala asciende va reduciendo su velocidad y disminuyendo, por tanto, su energía cinética. Como compensación, adquiere energía potencial gravitatoria asociada a la altura a la que se encuentra respecto de la posición de salida. En el punto más alto de su trayectoria entre 4.7 y 6.6 kilómetros más o menos, según los casos y la velocidad inicial, toda la energía cinética se ha transformado en energía potencial gravitatoria. La bala se para, su velocidad es nula, y entonces emprende el camino de vuelta.