Las primeras botas de vino eran pellejos de animales cosidos a los que se les dejaba una abertura, generalmente en la parte que formaba una de las patas, dentro de la cual colocaban un trozo de caña a modo de grifo.

Aunque aquellas ascentrales botas de vino eran fabricadas con pellejos con el paso del tiempo aquellos fueron tratados con distintos productos como la brea o la pez, que se utilizaba para impermeabilizar y que hoy en día se siguen utilizando para fabricar botas artesanales.

Algunas botas de vino que se fabrican hoy en día, llevan en su interior una bolsa de material plástico que es el verdadero recipiente del vino aunque exteriormente estén terminadas en piel de serraje, ya que esta no es impermeable.

La confección de la bota de vino pasa por un proceso de fabricación artesana donde la bolsa de plástico se coloca dentro de la bolsa de piel y se ata junto al brocal con hilo de bramante o resistente quedando de  forma unidas y formando un solo cuerpo.

Este tipo de botas de vino con bolsa interior puede lavarse  con agua fría o tibia sin necesidad de utilizar detergentes ni productos químicos y además puede meterse en el frigorífico para enfriar el vino o el contenido con el que se haya llenado.

El pequeño orificio de salida del vino es tan estrecho que no deja pasar el aire, aunque hay personas que las inflan con un soplido cuando queda poco vino en la bota, de manera que la presión del aire le pueda empujar al vino hacia la salida.

Una botella de vino abierta tiene una vida muy corta, casi inmediata. La reacción del líquido con el oxígeno puede ser muy placentera en un corto periodo de tiempo, pero a la larga acaba mermando las cualidades organolépticas del vino