La munición es el conjunto de suministros que se necesita para disparar armas de fuego. Esto abarca desde las balas de fusil y pistola hasta los perdigones de un cartucho. La pólvora es el material común para impulsar los proyectiles. En la época de los mosquetes y arcabuces, se les introducía la pólvora y la bala en sus cañones; la pólvora debía comprimirse con una baqueta que también se usaba para colocar el taco de papel, y para provocar el disparo se encendía una mecha que tenía el arma. En estas antiguas armas era muy prolongado el tiempo para introducir la munición y el tiempo para dispararla. En la década de 1840 se inventa el fusil de cartucho, que acortó el tiempo para cargar la munición y permitió usar asimismo el fusil en diferentes posiciones. Los cartuchos eran originalmente envueltos de cartón o tela encerada, que contenían una pequeña cantidad de pólvora y también la bala dentro Posteriormente, los cartuchos estaban constituidos como en la actualidad por un cilindro metálico que contenía la carga dentro, el cebo en el centro del culote, base de la vaina y un extremo de la bala embutido en la boca de la vaina. El empleo de esta bala facilitó la carga y posibilitó una cadencia de tiro de dos o tres disparos por minuto, pero no era suficiente, había que seguir cebando la llave. El cartucho tenía que seguir evolucionando hasta que se le añadiera el pistón o cebo para tener los tres componentes que permitieran realizar la carga de una sola vez. Con el objetivo de utilizar carabinas y pistolas de tiro de salón, Flobert desarrolla en 1845, un nuevo cartucho de vaina totalmente metálica y escasa potencia. Como este cartucho no contiene carga de pólvora, siendo la cápsula  el único elemento que interviene como iniciador y carga de proyección, podemos decir, que lo que hizo Flobert fue darle nueva forma a una cápsula fulminante, aumentándola de tamaño, alargándola y encajándole una pequeña bala esférica de 6 mm en la boca del cartucho. Considerado como el primer cartucho moderno, el .22 Corto, fue desarrollado a partir del cartucho Flobert. Básicamente lo que hicieron los armeros, fue añadir al cartucho una pequeña carga de pólvora negra, que le proporcionó más potencia, y cambiar la forma del proyectil, dándole forma ojival. Actualmente parece ser que en los centros de Investigación y Desarrollo, los diseñadores e ingenieros, aprovechando los últimos progresos tecnológicos, experimentan con los cartuchos ya existentes con el fin de mejorar sus prestaciones, logrando proyectiles que cedan más energía en el momento del impacto o que tengan mayor penetración.